23.12.07
18.12.07
"Marito" Kempes
Sonó el despertador. eran las putas 4 y media de la puta mañana otra vez...
Su mujer peleaba con alguna vecina en sueños mientras ponía la pava y empezaba la rutina...
La camioneta, el reparto, los pedidos, las cuentas...
Sale, los pedidos cargados, el reparto obligatorio listo, la mañana esperándolo...
Sale, los pedidos cargados, el reparto obligatorio listo, la mañana esperándolo...
Pero todos sabían que la vida, esa buena vida en definitiva, no siempre había sido así... Que alguna vez fue joven, que alguna vez fue fuerte, y que en esos pequeños pueblos, aún cuando la vida te tenga preparado un escritorio lustroso, con una gran biblioteca detrás y, una poderosa cuenta bancaria y vacaciones en Carlos Paz, LA marca la dejás en la cancha...
Y ese recuerdo de juventud (Báh!! de pendejez...) era el que te iba a perseguir durante el resto de tu vida.... Los vecinos, luego del saludo de rigor, comienzan la charla en tono jocoso: - Ché Aurelio, ¡Te acordás cómo jugaba este guacho? ¡¡Qué hijodepú... ¡¡Cómo metía!! ¡¡Esos eran defensores, no estos llorones de ahora!!... ¡¡Sí!! ¡Se la pasan pidiendo tarjeta!, grita Aurelio mientras levanta el brazo como cuando amonestan o expulsan a lagún jugador... Antes lo arreglabas todo en los corners. ¿Me pateaste? En el corner te liquido de un codazo... ¿Me puteaste a mi vieja? En el corner te pido cuando caigo de saltar para el cabezazo... Era así, claro y directo... Quid pro quo...
Esos recibimientos eran un masaje en la autoestima... Ya no importaba el dolor de la espalda de levantar y bajar cajones de leche, o la rodilla en invierno... Era ser reconocido y respetado, que fuiste el temor de delanteros y mediocampista arriesgados en ir a pelearle alguna pelota, o en suicidas defensores fuera de su ámbito tratando de ganarte en el salto luego de algún corner o tiro libre de último momento...
Y como de costumbre, lo que ya pasó, vuelve como recuerdo, más grande, más fuerte, haciendote sentir otro...Y ese recuerdo de juventud (Báh!! de pendejez...) era el que te iba a perseguir durante el resto de tu vida.... Los vecinos, luego del saludo de rigor, comienzan la charla en tono jocoso: - Ché Aurelio, ¡Te acordás cómo jugaba este guacho? ¡¡Qué hijodepú... ¡¡Cómo metía!! ¡¡Esos eran defensores, no estos llorones de ahora!!... ¡¡Sí!! ¡Se la pasan pidiendo tarjeta!, grita Aurelio mientras levanta el brazo como cuando amonestan o expulsan a lagún jugador... Antes lo arreglabas todo en los corners. ¿Me pateaste? En el corner te liquido de un codazo... ¿Me puteaste a mi vieja? En el corner te pido cuando caigo de saltar para el cabezazo... Era así, claro y directo... Quid pro quo...
Esos recibimientos eran un masaje en la autoestima... Ya no importaba el dolor de la espalda de levantar y bajar cajones de leche, o la rodilla en invierno... Era ser reconocido y respetado, que fuiste el temor de delanteros y mediocampista arriesgados en ir a pelearle alguna pelota, o en suicidas defensores fuera de su ámbito tratando de ganarte en el salto luego de algún corner o tiro libre de último momento...
El recuerdo de aquel partido definitorio contra Talleres... Y ellos que venían con una jóven promesa... Mario Kempes... "Marito" le decían al pendejo ese, grandote el desgraciado, encarador y potente, alto, fuerte... un animal!!!
Nos recagaron a pelotazos todo el partido... Con el empate pasábamos a la semi...Y aquí el recuerdo te empieza a estrujar el corazón... Justo, justo, Zito dobla con la camioneta saludando sin saludar, y comienza a recorrer el boulevar Colón hasta pasar frenta a la cancha del Bell... Sobre la imagen del edificio se le aparecen las imágenes queridas... Su mamá entrando a verlo, sus hermanas, su novia... De refilón y a la pasado mira por la entrada a las tribunas y alcanza a ver el alambrado y el arco... ese arco...
La pelota no llega más... El gordo, en un acto de amos propio, se "tira" para caer graciosamente a medio metro, el buzo de algodón levantado dejando ver buena parte de su rolliza existencia, las rodilleras que le quedan en los tobillos, y todo con tanta mala suerte que se pasa... Después del cabezazo de Battistti, la pelota pica veinte centímetros antes de la línea de gol y pega en la panza del gordo, o más bien en parte de las costillas, porque apoyó los dos brazos para no hacerse torta contra el piso... Del lado izquierdo del gordo estaba, sin atinar a hacer algo, Zito el valiente repartidor de leche...
La pelota se levanta... dos, tres, cuatro, cinco metros y empieza a caer pachorrientamente... A la altura del punto del penal, pero unos metros más a la izquierda, la bestia espera su víctima... Mario Kempes mide la pelota... Le está cayendo TAN justa... La ve pasar a centímetros de su pecho para ocupar el espacio en el que su violenta y letal zurda la espera con destino de gloria: la semifinal de la Liga...
Chau Zito!!!! Tas lleno de guita que no saludás, getón!!!! Zito cruza el puente y entra al "desquiciado" centro del pueblo... Se multiplican los saludos, pero Zito no está allí... Zito está en su pasado de gloria, viajó 30 años en el recuerdo para encontrárse con otra forma de ser feliz...
El bestia, el animas ese le mete un roscazo a la pelota que cruza en diagonal el área chica... El gordo tirado (graciosamente desparramado), el resto de los defensores agazapados, mirando de reojo la acción que en la memoria de Zito es relatada por el uruguayo Morales, todo en cámara lenta... Y la pelota va... media altura y levantándose hasta los dos metros... Zito la ve venir... La mide... La frena con la mirada (mirada de loco desencajado...) La pelota empieza a cruzarlo por su izquierda y como el gran Amadeo, se tira en una palomita espectacular, digna de un bailarín para sacarla de un cabezazo... La pelota pega en el palo y sale disparada a lateral... Zito termina dentro del arco enredado...
Una mano lo ayuda a levantarse, todavía mareado por semejante pelotazo en la cabeza... Y en ese momento alcanza a escuchar: ¡Cómo me cagaste!, pero no alcanza a ver quién se lo dice... Mirando a través de la nube que se le arma en los ojos, alcanza a ver al gigante alejándose...
¡Cómo me cagaste!... Zito le arruinó un golazo a "Marito"...
Ché Zito, te pedí tres cajones... ¿Dónde estamos hoy viejo? Dale...
La pelota se levanta... dos, tres, cuatro, cinco metros y empieza a caer pachorrientamente... A la altura del punto del penal, pero unos metros más a la izquierda, la bestia espera su víctima... Mario Kempes mide la pelota... Le está cayendo TAN justa... La ve pasar a centímetros de su pecho para ocupar el espacio en el que su violenta y letal zurda la espera con destino de gloria: la semifinal de la Liga...
Chau Zito!!!! Tas lleno de guita que no saludás, getón!!!! Zito cruza el puente y entra al "desquiciado" centro del pueblo... Se multiplican los saludos, pero Zito no está allí... Zito está en su pasado de gloria, viajó 30 años en el recuerdo para encontrárse con otra forma de ser feliz...
El bestia, el animas ese le mete un roscazo a la pelota que cruza en diagonal el área chica... El gordo tirado (graciosamente desparramado), el resto de los defensores agazapados, mirando de reojo la acción que en la memoria de Zito es relatada por el uruguayo Morales, todo en cámara lenta... Y la pelota va... media altura y levantándose hasta los dos metros... Zito la ve venir... La mide... La frena con la mirada (mirada de loco desencajado...) La pelota empieza a cruzarlo por su izquierda y como el gran Amadeo, se tira en una palomita espectacular, digna de un bailarín para sacarla de un cabezazo... La pelota pega en el palo y sale disparada a lateral... Zito termina dentro del arco enredado...
Una mano lo ayuda a levantarse, todavía mareado por semejante pelotazo en la cabeza... Y en ese momento alcanza a escuchar: ¡Cómo me cagaste!, pero no alcanza a ver quién se lo dice... Mirando a través de la nube que se le arma en los ojos, alcanza a ver al gigante alejándose...
¡Cómo me cagaste!... Zito le arruinó un golazo a "Marito"...
Ché Zito, te pedí tres cajones... ¿Dónde estamos hoy viejo? Dale...
2.12.07
Para cagarse de risa....
Nunca conocí una persona que hiciera una descripción tan detallada de lo que me pasa le pasa al tipo argentino promedio pos-caída del muro de los 40…
No soy yo, sos vos...
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